El 14 de septiembre, la Iglesia celebra la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Pero, ¿por qué “exaltamos” la Cruz?
La palabra “exaltar” significa elevar en alto, levantar. Entonces, en cierto sentido, estamos haciendo exactamente eso cuando hacemos la Señal de la Cruz, cuando veneramos (besamos) un crucifijo, o cuando colocamos un crucifijo en un lugar prominente en nuestros hogares o iglesias. Estamos reconociendo que la Cruz es importante y que Jesús, que murió en la Cruz, lo es aún más.
La Señal de la Cruz es una de las oraciones más básicas y esenciales en nuestra caja de herramientas como cristianos. Y todo comienza con hacer la señal de la Cruz en nuestros cuerpos. Al hacerlo, no solo proclamamos nuestra creencia en la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, sino que también afirmamos nuestra creencia de que Jesús murió en la cruz para salvarnos de nuestros pecados. La Señal de la Cruz es un poderoso recordatorio de que nunca estamos solos; Dios está siempre con nosotros.
Cuando veneramos (besamos) un crucifijo, le estamos mostrando a Jesús que lo amamos y confiamos en Él. Creemos que Él está verdaderamente presente en Su santo Sacramento de la Eucaristía—Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad—y no tenemos miedo de mostrarle cuánto lo amamos. Venerar un crucifijo es también un gran recordatorio de que Jesús murió por amor a nosotros y que si queremos recibir la vida eterna, debemos seguir sus pasos amando a los demás como Él nos amó.
Y finalmente, cuando colocamos un crucifijo en un lugar destacado de nuestros hogares o iglesias, tal vez sobre la puerta de entrada o sobre el altar, le estamos dejando claro a todos los que entran que Cristo es el Rey, el Salvador y el Señor. También estamos proclamando nuestra creencia de que a través de la muerte y resurrección de Cristo, Él conquistó el pecado y la muerte de una vez por todas.
¡Así que exaltemos la Cruz hoy! ¡Elevémoslo alto! ¡Proclamemos a todos los que quieran escuchar que Jesucristo es el Señor! ¡Aleluya!